miércoles, 21 de diciembre de 2011

Por entero


A veces, no siempre, nos permitimos ser la mitad de lo que somos, dejando la puerta abierta a la posibilidad de no ser nada.
Por dentro identificamos el principio y lo amarramos a la idea. Pero luego, Paquito,  nos tragamos la posición por no  chocar con muros hechos de amigos, compañeros de trabajo, familia u observadores que nunca compartirán las acciones emanadas de nuestra conciencia.   En esos casos recurrimos a la figura del comedimiento, de la madurez o de la  tolerancia para justificar la escisión.
Paradoja.  Por salvar relaciones o cosas (¿algo más?), comenzamos a no ser, o a ser por la mitad. Es cuando aquello que señalamos como la razón, como un paso libre y premeditado, muere antes de convertirse en la luz que creemos imprescindible para la construcción de una colectividad más justa, dirigida por la fuerza de la verdad y el bien común.
Parecería que estuviéramos esperando mejores momentos, que sólo se debe mostrar la entereza en circunstancias especiales. “Llegará la el tiempo preciso, no te desesperes”, nos decimos, querido Paquito, pero ni siquiera nosotros mismos tenemos fe en nuestras palabras. ¿Por qué, muchachillo? Porque en esta realidad que intentamos describir y comprender nada surge de la nada. El día en que podamos ser a plenitud sólo existirá cuando nosotros lo construyamos. Por eso es tan preciso que nos dejemos de rodeos, de paños tibios, de acomodamientos, de lavados de conciencia, y comencemos a ser en todas partes, en todo momento, sin miedo a las consecuencias.
Al final ganaremos de todos modos, porque habremos sido lo que libremente decidimos ser, y no una voz quejona que se dejó arrastrar por el dictamen de una realidad diseñada a imagen y conveniencia de unos cuantos perversos y perversas. Ya es hora, Paquito. Seamos, con la mente y el corazón abiertos a las implicaciones. 

Jhonatan Liriano

jueves, 29 de septiembre de 2011

Este barrio no es mío



Este barrio no es mío. Pero tampoco es de nadie.

No tiene dueño ese asfalto blanquecino de la calle, ni la acera estrecha que recoge los pasos de tanta gente fugaz.

Los vecinos de aquí son leyendas, construcciones prejuiciadas que sueltan el saludo como piensan el respiro.

¿Quién podría reclamar la posesión legítima de estas puertas cerradas al día, a la tarde, a la noche? Hierros coloridos amplían la tristeza de nuestra distancia. Protegen los hogares del repentino delincuente, capaz de llevarse la vida aunque la deje intacta.

Por este barrio hasta el aroma a café se queda escondido. Lo huelo asomarse con el alba, altanero y dinámico, pero nunca lo encuentro hecho taza de buen vecino, mucho menos estrategia de acercamiento.

En este barrio, llamado eufemísticamente urbanización, ni siquiera hay un parque. Hay una esquina selvática donde no juega el niño, donde no se besan los novios, ni se enfrentan los sueños. Cervezas y estruendo la arrastran a la figura de una cantina cualquiera. Y hasta los cantineros saben que un parque no es una cantina.


Si estoy en este barrio es porque no tengo otro. El que tuve lo dejé parqueado junto a la adolescencia, el mismo día en que salí a buscar los habilidades, y con las habilidades el moro. Ahora vivo aquí, en esta vaina que no es barrio ni urbanización ni nada, entre una mezcla de carnes y concreto. Entro y salgo como por un túnel desierto del que nada me importa, y al que nada le importo.

No quisiera ver a mis hijos creciendo en esta nada. Tengo que volver a mi barrio, o por lo menos construir uno mío.
Jhonatan Liriano

miércoles, 7 de septiembre de 2011

Perlas y Margaritas

Aquí les dejo el más reciente artículo publicado en el blog de El Caribe que acoge mis ideas.  (Perlas y Margaritas).

 

Descaro con "Hechos, no palabras"

 
Jhonatan Liriano
 
El Gabinete de Comunicación de la Presidencia ha publicado recientemente, en páginas completas de los más importantes periódicos de circulación nacional, una serie de artículos bajo el título "Hechos, no palabras".

Si usted no es dado a leer los diarios, sepa que el contenido de la serie propagandística  también se reproduce, con la misma frase estridente como estandarte, en programas televisivos.

En cada entrega el Gobierno compara el comportamiento que tuvo el precio de un artículo de la canasta básica durante la gestión de Hipólito Mejía (2000-2004), de nuevo candidato presidencial por el Partido Revolucionario Dominicano (PRD), con el registro de precios del mismo artículo durante las dos últimas gestiones de Leonel Fernández y el Partido de la Liberación Dominicana (PLD).

¿Para qué el Presidente aprobó este paquete de propaganda política? ¿Para educar a la población en materia de observación microeconómica? ¿Para explicar a los diferentes sectores de la sociedad la utilidad histórica de archivar los precios del plátano, el arroz, los huevos, la leche, el aceite o la habichuela? ¿Cree usted que el excelentísimo Presidente de la República pretende dar un informe de rendición de cuentas agostero desde las alturas de septiembre? Seguir 
 
 
 
 
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"Vamos lento porque vamos lejos"

Jhonatan Liriano Lizardo
*Humano*
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lunes, 8 de agosto de 2011

Porque estás ahí



Si eludo a las luciérnagas 
que me salen al camino 
o si rompo los silencios
que me puedan convenir

si prefiero calle y gente
a confort envilecido
o si enfrento la injusticia
sobre casa que es ajena
 
no es que piense ser más fuerte
en mis pasos solitarios
ni pretendo ser martillo
en pared de corrupción.

Si mis manos van forjando,
con amor, otros senderos,
o mis rifles se encarrilan
al origen del dolor

nunca pienses que soy tonto
pretencioso del martirio
ni payaso que se duerme
en laurel de vanidad
 
Porque estás ahí me crezco,
voy henchido de valor.
Porque estás ahí reclamo
la justicia y la razón.

Porque no me falta verte,
ni escucharte ni tocarte
para tener la certeza
de tus pasos junto a mí.

Porque estás ahí mi frente
se levanta orgullosa
y mis brazos siempre esperan
aquel día que vendrá

Jhonatan Liriano

martes, 26 de julio de 2011

Margaritas y perlas

No se parecen


Las ciencias sociales explican que para que un grupo represente fielmente a una población debe poseer sus principales características observables. En el caso político, para que los dirigentes partidistas de nuestra democracia representativa sean manifestaciones abreviadas del interés de la mayoría deberían verse, sentirse, olerse, escucharse como sus representados.

Pero no es así. Suelen parecer grandes empresarios sin producción ni austeridad, maestros de las artes escénicas en medio de un drama que se siente comedia, o mercaderes venecianos vestidos con orientación de certeros asesores de imagen (se exceptúan los imitadores de bachateros).

El senador del Distrito Nacional, por ejemplo, ¿vive como el hombre promedio de la capital? ¿Reside por lo menos cerca de su cotidianidad alimenticia o económica? ¿Ha sentido la incertidumbre que provoca la cercana delincuencia? ¿Cómo pueden los altos dirigentes reformistas o perredeístas ser la manifestación de los pobres urbanos o rurales si a esa clase solo la ven en campaña electoral y en televisión?

Cada vez los partidos y el pueblo se parecen menos. Mientras la imagen de los modestos pero millonarios diputados, senadores y funcionarios se acerca más a la de magnates industriales, la de jornaleros, motoconchos, campesinos, pequeños comerciantes, profesionales, policías, amas de casa y choferes se aleja más de los referentes del bienestar humano. No se parecen. La representación es un cuento, un enema.

jueves, 7 de julio de 2011

Lo sagrado

Visitaba la iglesia cuando menos creía en Dios. Entraba y salía del templo en busca de la formación que no hubo en la casa, de un par de amigos interesados en ser buenos y, de manera especial, en busca de las formas y colores de las muchachas de San Isidro. 


El altar, las cruces, la imagen de Nuestra Señora de Fátima y el sagrario eran parte de los signos y espacios venerables de la parroquia. Pero yo no los veneraba. Apenas aprendí a respetarlos por no faltar el  respeto a los demás feligreses. 


En la Pastoral Juvenil siempre preferí el teatro, la discusión de temas sociales y la cultura en sentido general. Mi corazón y mi mente se mantenían inquietos por los asuntos del suelo.  Mientras mis compañeros conseguían alborotar las voces y los brazos en cada momento de oración grupal, porque sentían la presencia del Espíritu Santo,  a mí me tocaba guardar silencio y reconocer sin engañifas mi falta de fe.
Era y aún soy un mal católico, sin remordimientos importantes.  


Pero ahora, que no frecuento el templo como antes,  paradójicamente puedo distinguir con facilidad espacios y asuntos que entiendo sagrados, dignos del más alto de los respetos y de permanente veneración.
Además del contundente y transformador mensaje del amor divulgado por Jesús, vigilo y protejo la relación con mi familia y mis amigos. Entre ellos mi alma pretende la desmesura. 


Al hombre y la mujer de trabajo los mantengo en el más alto de mis altares, como tengo a los desconocidos y conocidos que van por el mundo con la actitud innegociable de ser justos. En mis nubes están los coherentes, aquellos que en cada huella conjugan discursos y batallas. Y en mi cielo, en la cúspide del individual sistema de veneración que me construyo, están los sagrados nombres de seres que se interesan en construir una sociedad que realmente sea de todos. Por ellos me atrevería a prender un par de velas de santuario.  También me atrevería a perder las formas por defenderlos.

Dejaría ver mis más fuertes emociones si escucho al oportunista, mediocre y corrupto atentando contra cualquiera de los pocos  hombres y mujeres que mantienen coherencia entre el discurso de la verdad y la acción transparente, incuestionable. 

La gente buena es tan escasa en estos tiempos que no se debe permitir la menor agresión en su contra, mucho menos si viene de uno de los tantos rufianes que andan por nuestras calles vestidos de caballeros moralistas, cuando en realidad son perversos adoradores del poder y la riqueza de dudosa procedencia. 

Pienso que para salvarse de sus desvaríos  nuestra sociedad, nuestra región y nuestro mundo necesitarán más de la conducta honesta y sabia que de los objetos de lujo, el dinero y la ciencia.

Ahora que no frecuento el templo, alzo mis brazos y mis labios para reconocer la nobleza de quienes utilizan sus talentos con deseo de hacer lo correcto antes de lo conveniente. 


Si puedo decir que Dios existe, es porque entiendo que algo sagrado hay dentro de esos humildes seres que reconocen lo efímero de esta vida y el largo camino que la humanidad todavía necesita recorrer antes de superar las cadenas que se ha impuesto desde la sinrazón. A ellos y ellas vayan mis aprecios y mi acompañamiento.

Jhonatan Liriano

lunes, 23 de mayo de 2011

Vuela

Quiere volar. Y de algún modo vuela. Cierra los ojos, como para sentir el despegue en cada poro. Se deshace de las manos que intentan atarla a este mundo con caricias mortales. Descubre, toca las punzantes alas de su piel. Arde y navega en el delirio. 

Yo la miro, temeroso de perderla entre las nubes. Ella aletea sin pensar en mí. Trina, y ya no se debe al mundo. Busca mientras trina las alturas de Dios. Es una paloma oscura que se hace fuego delante de mis ojos, testigos del milagro, y de mis manos, inutilizadas por su ascenso. 

Cuando baja no recuerda las elevaciones. Regresa con el desconcierto de niña recién nacida. Yo no olvido porque la he contemplado sobre las nubes de la sensación. Es una mujer, pero una mujer que vuela.

Jhonatan Liriano 

lunes, 25 de abril de 2011

Sexta palabra: "Tengo sed"

“Tengo sed”, dijo el Cristo en los límites de su pasión. Conociendo la ignorancia y el ánimo de burla de sus verdugos, el Hijo de Dios debió saber que su necesidad de agua no sería satisfecha con bondad. Le dieron vinagre, ácido e incisivo vinagre para un cuerpo moribundo.

La innecesaria y abusiva respuesta de aquel soldado no hizo más que justificar la frase terminal que, desde la altura de la cruz, viendo a un pueblo apartado de Dios por la falta de amor, Jesús pronunció como reclamo y como enseñanza.

Tengo sed hoy dice de nuevo Cristo crucificado en la cima del Gólgota, para que nadie alegue ignorancia. Con su propio ejemplo nos recuerda que el mayor de nuestros padecimientos no puede impedir que nos pronunciemos contra lo incorrecto, contra lo que aparta a los hombres de los caminos del Señor.
No deben estar nuestros labios cerrados cuando en Estancia Nueva, Los Haitises, las orillas de El Cachón, El Borojol y otros sectores de San Isidro y el país nuestros hermanos no mueren, pero padecen cruel e injusta hambre. Y es injusta porque otros nos damos el lujo diario de alimentar zafacones y cerdos con comida que nos sobra.

Cómo ser cristiano si no proclamo  mi sed de respeto a los hombres y  mujeres que trabajan todos los días de la semana y no pueden disfrutar un solo momento de paz en sus hogares porque el ruido y la delincuencia los aturden, les llevan intranquilidad a la mente y al corazón.

A la Iglesia, aunque le respondan con el más ácido de los vinagres, le toca decir lo correcto antes que lo conveniente, pues se debe a Dios antes que al mundo. A nosotros nos toca decir que en San Isidro y en el país las autoridades que elegimos para representarnos y protegernos suelen ignorarnos y hasta oprominirnos; que no son herederos de nuestros padres los jóvenes militares y policías que participan y apoyan el narcotráfico, la corrupción y la delincuencia. Esta, hermanos, no es ni será tierra de ladrones y embusteros.
Hoy, recordando al maestro  que murió por no renunciar a sus predicas, nos vemos comprometidos con el anuncio de la Buena Nueva, pero también con la denuncia de aquellos que salen del seno de nuestro pueblo para enriquecerse con el sudor y el sacrificio de nuestro pueblo.
Jesús nos enseñó de manera extraordinaria que ningún servidor puede colocarse por encima del servido. Él mismo bajó a lavar los pies de sus discípulos con el fin de evitar que alguien intentara poner en duda la puntualidad de su mensaje, siempre asociado a hechos concretos.

Así, no deben llamarse cristianos los políticos y funcionarios que viven en una comodidad insultante, mientras los hombres y mujeres de trabajo tienen que sacrificar familia, salud y hasta tranquilidad espiritual para conseguir sobrevivir.

El Señor nos hizo la promesa del Paraíso y la Vida Eterna, y acudimos a él para alcanzarlos y superar las vicisitudes de este mundo pasajero.

Mientras esperamos el cumplimiento de su promesa, sin embargo, tenemos que andar por los caminos de sus enseñanzas.

Proclamemos pues nuestra sed de una comunidad, un  país y un mundo más justo. Y pidamos la fortaleza, la coherencia y el valor de Jesús para construirlos.

Jhonatan Liriano
Sermón de las Siete Palabras
Viernes Santo
Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

jueves, 7 de abril de 2011

Periodismo y el mercado informativo

Por Jhonatan Liriano
A estas alturas de la existencia humana, la información es un derecho convertido en mercancía. Se paga como cualquier pedazo de pan, como cualquier par de zapatos, como cualquier caricia de burdel. 

Las universidades preparan profesionales especializados en manejar la información según los intereses de diferentes actores socioeconómicos.

Así el publicista aprende las más eficientes técnicas de persuasión para colocar los bienes y servicios de una empresa en la mente de un segmento del mercado. Si lo contrata un poder del Estado o un político ávido de electores, bien puede poner sus habilidades a la orden de la remuneración correspondiente, sin que la elaboración de sus contenidos se convierta en objeto de censura o juicios morales duraderos.

En el mercado también están los artesanos de la imagen institucional,  empresarial o corporativa, los encargados de las relaciones públicas. A estos se les forma para armonizar los objetivos mercadológicos de la unidad de producción o servicio con los del consumidor o usuario.  Aunque sus mecanismos de acción sean amplios y diversos, deben mantenerse en estos límites. Siempre defienden a quien paga, sin que esta posición se les traduzca en descalificaciones éticas o legales (las excepciones son mínimas).

El arte también convierte las informaciones de interés colectivo en mercancía, hechas cine, literatura, canciones…

Pero las altas casas de estudio, y la vida misma, todavía forjan una clase de trabajadores de la información, específicamente del hecho informativo, que está llamada a mantener un ejercicio contrario a la lógica de oferta y demanda. El periodista contratado por la empresa no se debe a ésta, ni al dueño de la publicidad que mantiene el medio, ni al Estado que regula las emisiones. Sus contenidos deben responder al interés general, al colectivo. Y de esta práctica contradictoria nunca puede salir ileso. Si decide cumplir cabalmente su función, tiene que describir los acontecimientos surgidos en estructuras socioeconómicas imperfectas, injustas, donde los grupos de poder no emplean otra respuesta que el uso de la fuerza en sus diferentes manifestaciones. Si traiciona la funcionalidad para convertirse en vocero del poder y no de la razón del colectivo, se ubica ipso facto ante el juicio moral de los compañeros que sí permanecen coherentes con el principio de independencia. 


La condena resulta inconmensurable y casi  eterna cuando el público descubre que el informe periodístico le llega contaminado de medias verdades o intentos de manipulación. La credibilidad es como la inocencia, una vez que se pierde, jamás se recupera.

En esta aguas turbulentas, en las que la información es una fuente de enriquecimiento personal, nada el periodista, con una vocación casi masoquista de ser los ojos de la mayoría, a cambio de vida digna.

lunes, 4 de abril de 2011

Juana, una maestra del campo

Sonriente va la profesora Juana por el camino de Las Lagunetas.

Salta piedras y levanta polvo en tiempos de seca, o bate fango y cruza las aguas elevadas de un riachuelo si los días son de lluvia.

Su cuerpo prominente hace que el motor “70” que usa para transportarse parezca un forzado juguete, cuando en realidad es el único medio que tiene para impartir dos tandas de clase en la escuela multigrado de esta rural y pobre comunidad de San José de Ocoa.

No necesita desmontarse del motor para que alguien salga a su encuentro. Niños y adultos la reconocen en la distancia, porque ven en su fi gura la fi gura de la escuela.

“Tenemos veinticuatro estudiantes, doce en la mañana y doce en la tarde. Solamente damos clase hasta el sexto grado. Cuando los muchachos llegan a ese nivel tienen que irse a la escuela de Arroyo Palma”, dice la profesora y directora de la escuela “Desiderio Andujar” con su voz suave y pausada.

El centro educativo sólo tiene un aula, donde niños y adolescentes de diferentes niveles reciben formación simultáneamente.

La distancia entre cada curso puede ser de uno o dos mosaicos del piso. Y los recursos materiales colindan entre el Texto Integrado del Ministerio de Educación y todo lo que la creatividad de la maestra pueda conseguir.

Las computadoras, radios, videos y demás herramientas tecnológicas recomendadas en los nuevos manuales sólo son instrucciones en papel.

Las condiciones materiales de las familias de Las Lagunetas apenas permiten la subsistencia. Por esta parte del planeta las palabras Internet, computadora, globalización y video conferencia resultan exóticas, aunque se sean empleadas con toda naturalidad entre los libros.

En la escuela tampoco hay espacio de recreación deportiva, ni cocina para preparar el desayuno escolar, cuyas raciones suelen ser menores que la cantidad de bocas infantiles.

Por falta de espacio, los alimentos se preparan en la ofi cina de la Dirección.

Acompañante Juana Franco Mateo está atenta a cada uno de sus alumnos. Conoce a sus padres y los mantiene al tanto de los avances y retrocesos experimentados.

Las limitaciones de recursos observadas en su escuela no borran su sonrisa. Hace ochos años comenzó a trabajar en esta comunidad. Y ya es una experta en superar los obstáculos del camino.

“Cuando llueve, salgo de mi casa con dos pares de zapatos: uno para correr el motor, y otro para entrar a la escuela”, cuenta la maestra Juana sin asumir postura, como si la peligrosa odisea fuera una broma. A su lado alguien dice que, a pesar de la lluvia o el polvo, la profe siempre mantiene la escuelita limpia, como un percal. La afi rmación se valida con un mirada de reconocimiento por el aula-escuela. Se ve limpia y ordenada, como un percal.

Por impartir docencia en a sus veinticuatro estudiantes, distribuidos en dos tandas, y por ser la directora del multigrado, Franco Mateo recibe un salario nominal de RD$22 mil, que con los descuentos de seguridad social, y el pago de un préstamo de vivienda quedan en unos RD$9,000.

La maestra dedica este ingreso a la manutención de su familia, y al consumo de combustible del motor que la lleva y la trae por el camino de Las Lagunetas.


Alimentos servidos en el aula

La profesora Juana Franco Mateo explica que el desayuno y la merienda de la escuela se preparan en el área de la Dirección.

Las madres de los niños colaboran en este proceso, y hacen énfasis en la necesidad de aumentar las raciones, porque no alcanzan para todos.

A continuación LISTÍN DIARIO presenta el inventario de los alimentos asignados a las dos tandas de docencia: 46 unidades de plátano, 34 huevos, 31 panes, 4 libras de queso, 4 libras de arroz, una libra de margarina, 4 libras de salami, 4 libras de harina de maíz, 0.25 libras de sal, 1 libra de cebolla y 0.25 libras de canela.

 Escrito por Jhonatan Liriano, y publicado en la sección Economía y Negocios del Listín Diario, el lunes 4 de abril del 2011. 

lunes, 21 de marzo de 2011

El maldeamor


El maldeamor es una vaina que te desajusta, que te desmonta todos los significados. Fácilmente puede convertir la mejor tarde de sábado en un deprimente derroche de mucosa nasal y tuiteo de pendejadas.

No hay llamada ni chercha que lo cure. Cuando alguien intenta distraerlo con dos o tres petacazos, apenas consigue acentuarlo, con risas estúpidas, y hasta con babeo. Y ahí sí es difícil la situación, porque de la tristeza brutal se pasa a la risa sin razón, a la payasada. 

El maldeamor altera los sentidos, hace que la más tonta canción romántica te recuerde momentos que ni siquiera viviste, o que la voz de quien no está en ti aparezca en todas partes, con una omnipresencia que el mismo Dios envidiaría. ¿Y los olores? Sin buscarlo, encuentras el perfume de aquella persona que te saca el pie en un desabrido pepino de ensalada o en una esquina de la cama en la que nunca estuvo.
Quien tiene maldeamor exagera la comida. No come nada hasta que se le pasa la enfermedad, o se traga un tanque de lo que sea hasta que le llega el sueño por  hartura simple. 
En vano llueven los consejos de la madre, el padre, los tíos o los amigos. Nadie tiene la fórmula adecuada para evadir los síntomas del maldeamor, capaces de tumbar al hombre más robusto y a la mujer más determinada.

Sólo el tiempo puede hacerle frente a este fenómeno que por lo menos sirve para recordarnos dónde, cómo y por qué se agita aquel aparato musculoso llamado corazón.


Escrito por Jhonatan Liriano. Foto enhabito.com

martes, 15 de marzo de 2011

No echemos margaritas a los cerdos

En los tiempos de Jesús las margaritas, como ahora, eran flores de sencilla hermosura. Y en su sola existencia guardaban un valor social único.

De ahí que el Cristo invitara a sus seguidores a no echar margaritas a los cerdos, pues aquellos animales de hocico y pezuña nunca apreciarían la belleza, la importancia, la riqueza, el significado de la flor.  Con el mensaje parabólico el evangelio advierte sobre el desperdicio de llevar las joyas de la sabiduría a seres que nunca las valorarán,  que sólo pueden cubrirlas de inmundicias.

En el caso de la presente generación de jóvenes con inquietudes sociales de esta República Dominicana, la misma alegoría es oportuna. Cometen un gran desperdicio los muchachos y las muchachas que ponen el talento, la creatividad y la vida en su plena manifestación al servicio de los proyectos políticos que tienen al Estado como fuente de enriquecimiento.  Colocan el desarrollo de las habilidades humanas en manos de la ambición y el egoísmo que entorpecen la mejoría de la colectividad.

La juventud ha de ser una ruptura con las cadenas que limitan la trascendencia del género, antes que la continuidad de las ambiciones y torpezas que dificultan los vuelos del genio y el espíritu.   Pocas tragedias tienen que ser tan lamentadas como las acciones de un joven adiestrado en la corrupción de la cosa pública.
La libertad, el trabajo, la ciencia, el amor, los intentos de democracia, el arte, la justicia y todo lo bueno que puede citarse en este mundo es el resultado de una larga y sacrificada siembra.

 Millones de hombres y mujeres, de diferentes partes del país y del mundo, tuvieron que derramar mucha sangre, muchas neuronas, mucho sudor y mucho trabajo para que en estos tiempos de incertidumbre la juventud pudiera ver las luces y las flores de la existencia humana. 

Por respeto, agradecimiento y compromiso con nuestro pasado, con nuestro futuro, y con la vida misma, nosotros, los jóvenes, no debemos ni podemos lanzarnos como margaritas al corral de los cerdos. 



Por Jhonatan Liriano, 15 de marzo del 2011.

Sánchez: "Yo soy la bandera"

El nombre de Francisco del Rosario Sánchez encabeza las páginas de la historia de República Dominicana porque una obra como la suya no cabría en otra parte.

En él Juan Pablo Duarte, ideólogo y líder del proyecto de Independencia Nacional, tenía, quizá, al más comprometido y audaz de todos los adeptos de la sociedad secreta La Trinitaria.

Cuando el movimiento comenzó a materializar sus planes, el 16 de julio de 1838, Sánchez se dedicaba al oficio de peinetero o vendedor de peines de concha. Pero sus inquietudes políticas, probablemente animadas en las clases de filosofía que lo pusieron en contacto con Duarte, lo colocaron en los caminos de la construcción social que nunca abandonó.

En su obra “Pensamiento y Acción de los Padres de la Patria”, el historiador Juan Daniel Balcácer cuenta que para 1843 Francisco del Rosario Sánchez se dedicaba a coordinar el movimiento revolucionario La Reforma, concebido por dirigentes haitianos con el fin de derrocar al dictador Jean Pierre Boyer. El nuevo presidente Charles Herard se dio cuenta de que los trinitarios estaban interesados en algo más que La Reforma. Y por eso dio inicio a una persecución que provocó el exilio de Duarte, Juan Isidro Pérez y Pedro Alejandrino Pina, cabecillas de La Trinitaria.

Sánchez, Matías Ramón Mella y Vicente Celestino Duarte quedaron entonces al frente de las acciones por la Independencia.

“Ellos mantuvieron contacto con Duarte, a quien le solicitaron que gestionara en Venezuela, donde se había radicado temporalmente alguna ayuda económica para la Revolución”, explica Balcácer en el texto referido.

El sobrino de María Trinidad Sánchez se encargó de hacer las gestiones políticas necesarias para que el sector conservador liderado por Tomás Bobadilla se integrara a la causa nacionalista. Algunos historiadores dicen que fue el mismo Sánchez quien redactó el Manifiesto publicado el 16 de enero de 1844, definido como el Acta de Independencia.

En sus apuntes, José María Serra recuerda que Matías Ramón Mella se encargó de disparar su trabuco frente a la Puerta de la Misericordia, con el fin de anunciar el inicio de la revuelta independentista, la noche del 27 de febrero de 1844. Y Francisco del Rosario Sánchez, el líder político de aquella noche, corrió hasta la Puerta del Conde, donde izó por vez primera el símbolo que hoy es sinónimo de su nombre: la bandera del pueblo dominicano.
Un largo camino
Si la declaración de la Independencia Nacional le costó alto sacrificio a Sánchez y a los demás trinitarios, la protección de la nueva República le costaría extensos derrames de sudor y sangre.

El 28 de febrero de 1844, los trinitarios, con Sánchez a la cabeza,  y los conservadores, representados en la persona de Bobadilla, conformaron una Junta Gobernativa llena de contradicciones ideológicas, pues el bando conservador buscaba el resguardo de una potencia extranjera, mientras “los muchachos” no tenían más norte que la plena independencia predicada por Juan Pablo Duarte.

Cuando el Patricio regresó del exilio, indican los Apuntes de Rosa Duarte, la Junta en la que Sánchez y Mella eran directivos lo recibió con los mayores honores posibles. Y de inmediato se vio afectada por una guerra de intereses que provocó el destierro de los líderes trinitarios ñel 26 de agosto de 1844, y el surgimiento de Pedro Santana como jefe supremo de la República.

En lo adelante, el dirigente político y combatiente del 27 de febrero participó de los más importantes acontecimientos de la causa dominicana, a veces como estratega, a veces como abogado del sector público, y a veces como fiero combatiente.

Publicado en el Listín Diario, el 9 de marzo del 2011, por Jhonatan Liriano. 

Duarte, el buen amigo

A la luz del estudio, las discusiones filosóficas y los preparativos revolucionarios, Juan Pablo Duarte cultivó cuidadosamente la relación con sus amigos.

A ellos confió sus sueños y planes de independencia, y con ellos fundó, el 16 de julio de 1838, a las 11:00 de la mañana, la sociedad secreta La Trinitaria.

“Llevaba los libros al almacén de su padre, y daba clases gratis, de escritura y de idiomas a los que demostraban deseos de aprender; los enseñaba con gusto sin hacer distinción de clases ni colores, lo que le atraía una popularidad incontrastable, pues estaba fundada en la gratitud; y no tan sólo transmitía sus conocimientos, sino que tenía a la disposición de sus amigos o del que lo necesitara sus libros, sus libros que él tanto estimaba”, recuerda Rosa Duarte en sus “Apuntes”.

Juan Pablo se ganó la admiración de todos los trinitarios porque sus palabras y acciones mostraban una coherencia inusual. En su proyecto no se reconocía “más nobleza que la de la virtud ni más vileza que la del vicio, ni más aristocracia que la del talento”.
Era tanto el aprecio y el respeto que despertaba Juan Pablo entre sus correligionarios, que algunos estaban dispuestos a dar la vida por él en los momentos más críticos de la conspiración contra los haitianos. En julio de 1843 fuerzas militares buscaban apresarlo para desarticular el movimiento. Por razones de seguridad, hasta los más allegados colaboradores desconocían su paradero.

Don Juan, quiero saber dónde está Juan Pablo, porque nos liga un juramento sagrado, (sic) y es de por la Patria morir juntos. Si usted desconfía de mí, le probaré que no soy de los traidores, lanzándome con este puñal sobre esas tropas que cercan su casa”, llegó a decir Francisco del Rosario Sánchez a Juan José Duarte, padre del joven dirigente.
Una vez conquistada la Independencia, en febrero de 1844, mientras el Padre de la Patria padecía el exilio, sus compañeros se fueron dispersando entre los diferentes bandos políticos.

Algunos, como Felipe Alfau, se convirtieron en representantes del conservadurismo.
Otros, como Matías Ramón Mella, tuvieron que esforzarse para no romper con los principios revolucionarios abrazados en las reuniones de La Trinitaria. Pero todos mantenían la devoción por “aquella alma noble” que construyó las simientes de la República Rominicana. “La historia dirá que fuiste el Mentor de la juventud contemporánea de la patria; que conspiraste, a la par de sus padres, por la perfección moral de toda ella; la historia dirá, ella dirá que no le trazaste a tus compatriotas el ejemplo de abyección e ignominia que le dieron los que te expulsaron”, llegó a escribir el trinitario Juan Isidro Pérez a su “amigo” Duarte en el intercambio de correspondencia.

A Duarte le llegó la vejez luchando por la Patria. En esa lucha su familia se empobreció hasta correr el riesgo de morir de hambre en Venezuela. En 1864, cuando vino a presentar sus servicios a la Restauración de la República, apenas pudo ir a Santiago a dar la última despedida al querido Ramón Mella, postrado en lecho de muerte. Antes el amigo trinitario Félix María del Monte se había encargado de darle otra penosa noticia: ‘Nuestro digno amigo y compañero Sánchez, que tan cordial y entusiastamente te amaba, murió con la esperanza de reunirse a ti en la eternidad, y yo tengo la dicha de volver a hallarte en el tiempo”.

Del Monte se encontró con Duarte el 27 de febrero de 1884, cuarenta años después de la Independencia Nacional, en el Ayuntamiento de Santo Domingo.

Frente al féretro cubierto de flores rojas, blancas y azules, dirigió la última despedida al Padre de la Patria.
Conocí demasiado a ese adalid de la libertad dominicana. Fue uno de mis íntimos amigos, mi condiscípulo, mi compañero en La Trinitaria, en la Sociedad Filantrópica, en el hecho de armas del 24 de marzo de 1843… Poseo como datos preciosos para la historia nacional las cartas que me enviaba a Puerto Rico, durante mi ostracismo de once años. Sí, yo las conservo como las últimas expansiones de su alma virgen, como los postreros latidos de aquel corazón todo amor y patriotismo”.

Publicado en el Listín Diario, el 26 de enero del 2011, por Jhonatan Liriano. 

martes, 11 de enero de 2011

El 4 por ciento es solo el inicio

Por Virginia Rodríguez Grullón
No se trata solo de lograr el 4 por ciento ni se acaba cuando el 4 por ciento se logre. El movimiento ciudadano surgido en los últimos meses en demanda de que el Estado designe ese monto mínimo del Producto Interno Bruto (PIB) al sector educativo es una señal de que la educación comienza a convertirse, finalmente, en un tema prioritario. Es el punto de partida en el proceso de construir un sistema educativo decente, transformador y liberador, como se merece la infancia y la juventud del país.  Esa es la gran tarea pendiente de la sociedad dominicana y el reto que tenemos por delante.

Hay razones para celebrar. A pesar de que el Congreso Nacional a penas aprobó 2.3 por ciento del PIB para todo el sector educativo (incluyendo educación universitaria), muy lejos aún del 4 por ciento establecido en la Ley de Educación, la ciudadanía puede sentirse orgullosa de su trabajo.

El primer motivo para alegrarse es el movimiento en sí. Que tantos dominicanos de condiciones y orígenes distintos se unieran a esta causa de manera tan espontánea es un indicio de que nuestra sociedad evoluciona hacia el compromiso colectivo y la sensibilidad social. Es, para los que nos atrevemos a soñar, muestra aún tímida de que la ciudadanía está escuchando la llamada de Janio Lora… está empezando a despertar, a descubrir su propio poder y a tener fe en el país que somos.

El segundo logro es haber colocado el tema en el debate público. Pensadores de la talla de Amartya Sen, premio Nobel de Economía, insisten en la importancia que tiene el debate público para el desarrollo de toda sociedad, pues es en él y a través de él que surgen la motivación, las ideas y el consenso para llevar a cabo reformas. A partir de ahora, la discusión sobre el futuro de la educación dominicana está abierta. Si el sistema educativo actual no está funcionando (como demuestran todos los estudios nacionales e internacionales) es el momento de analizarlo y repensarlo por completo, desde sus bases (qué tipo de ciudadanos queremos formar, con cuáles valores y habilidades, con qué tipo de conocimiento) pasando por toda su estructura (cuáles son los mejores métodos para lograr eso que queremos y con cuáles acciones específicas vamos a llegar hasta ahí).

Hay también motivos de esperanza en los pasos que se están dando para  encarar el tema de la educación más allá de la inversión. Me refiero a la creación del Observatorio para el Seguimiento y Monitoreo del Presupuesto Público del Ministerio de Educación, conformado por entidades de larga y respetada trayectoria en el compromiso por la calidad educativa, como lo son el Foro Socioeducativo y el Centro Juan Montalvo. Este tipo de iniciativas, que deben fortalecerse y multiplicarse, pueden contribuir a que el aumento en inversión se traduzca realmente en mejoras para el sistema y entransformaciones más profundas.

Pero asumir ese desafío pasa, obligatoriamente, por aumentar la inversión pública, que en nuestro país ha sido y sigue siendo pírrica, ridícula y vergonzosa cuando se le compara con cualquier nación mínimamente avanzada en desarrollo humano. Y no se trata de justificar o criticar al presente gobierno o a cualquier gobierno de turno, es más bien un tema de nuestras prioridades como Estado dominicano y del cumplimiento a nuestras reglas de juego, que son las leyes, a las que cualquier gobierno tiene que atenerse si quiere mantener su legitimidad. 

En el actual contexto el primer paso para la mejora de la educación dominicana es un aumento significativo en la inversión pública, tanto por la necesidad real de recursos como por la importancia simbólica que ha adquirido esa meta. Y para ello la ciudadanía comprometida seguiremos trabajando, llevando el mensaje a donde todavía no ha llegado, concientizando a los que todavía no comprenden los detalles de la situación. Para unir a la causa a tantos padres que sueñan con que sus hijas se eduquen, a tantas madres que trabajan con la ilusión de que sus hijos tengan mayores oportunidades, y a tantos estudiantes que deben enfrentar día a día las precariedades de las escuelas dominicanas. Para que juntos construyamos un sistema educativodigno y de calidad, empezando por donde la ciudadanía sabiamente ha señalado: la inversión.

Sinceras felicitaciones a todas y todos los que se vistieron de amarillo y mucho ánimo para este año: el recorrido es hermoso, pero difícil y largo…  y apenas empieza.