
De ahí que el Cristo invitara a sus seguidores a no echar margaritas a los cerdos, pues aquellos animales de hocico y pezuña nunca apreciarían la belleza, la importancia, la riqueza, el significado de la flor. Con el mensaje parabólico el evangelio advierte sobre el desperdicio de llevar las joyas de la sabiduría a seres que nunca las valorarán, que sólo pueden cubrirlas de inmundicias.
En el caso de la presente generación de jóvenes con inquietudes sociales de esta República Dominicana, la misma alegoría es oportuna. Cometen un gran desperdicio los muchachos y las muchachas que ponen el talento, la creatividad y la vida en su plena manifestación al servicio de los proyectos políticos que tienen al Estado como fuente de enriquecimiento. Colocan el desarrollo de las habilidades humanas en manos de la ambición y el egoísmo que entorpecen la mejoría de la colectividad.
La libertad, el trabajo, la ciencia, el amor, los intentos de democracia, el arte, la justicia y todo lo bueno que puede citarse en este mundo es el resultado de una larga y sacrificada siembra.
Millones de hombres y mujeres, de diferentes partes del país y del mundo, tuvieron que derramar mucha sangre, muchas neuronas, mucho sudor y mucho trabajo para que en estos tiempos de incertidumbre la juventud pudiera ver las luces y las flores de la existencia humana.
Por respeto, agradecimiento y compromiso con nuestro pasado, con nuestro futuro, y con la vida misma, nosotros, los jóvenes, no debemos ni podemos lanzarnos como margaritas al corral de los cerdos.
Por Jhonatan Liriano, 15 de marzo del 2011.
2 comentarios:
¡Uppsssss!
Y.
Ni margaritas, ni perlas!
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