domingo, 15 de febrero de 2009

El parque olía a cambio


Yo estuve ahí. Con estos ojos que se han de comer los gusanos, observé el gran acontecimiento. No voy a decir que los participantes formaban una multitud, pero sí eran los suficientes como para comenzar la revuelta que tanto necesita esta República de las Maravillas. Antes de la hora señalada, agentes policiales rodearon el parque que los jóvenes perfumaban de indignación y esperanza a medida que iban llegando. Vendedores ambulantes, estudiantes universitarios, parejas recién copuladas, mecánicos, chivatos, obreros, dirigentes sindicales, amas de casa, artistas y amigos de la prensa se reunieron frente a la glorieta, cada quien con su respectivo zapato en la mano. El equipo organizador ya había colocado muñecos en representación de los maravillanos que han convertido a la nación en una cueva de manilargos y simuladores. Los policías intentaron distraer a los presentes con una de sus conocidas payasadas, pero la astucia y la visión previsora de los muchachos y las muchachas no permitió el boicot. El acto continuaba. Una de las coordinadoras inició la cuenta regresiva: “Cinco, cuatro, tres, dos, uno...” Y llovieron zapatazos, sobre los muñecos, sobre la impunidad, sobre la corrupción, sobre las mentiras del Gobierno, sobre el sistema de partidos clientelista, sobre la Justicia complaciente, sobre la inercia, sobre el olvido. En cada lanzamiento los jóvenes expresaron la vergüenza que sienten por vivir en un país donde las autoridades privilegian a los delincuentes y castigan a los promotores de la esperanza. En la suela de algunos zapatos pude leer reclamos de profundos cambios sociales, otros convocaban a un río de sueños, a un caudal de esperanza, y todos exigían respeto. ¿Que se pasaron de la raya? No, ombe. Eso es lo que dicen los acomodados. Los que no padecen todos los días las consecuencias de la corrupción, los que no conocen el discurso del caldero vacío, los que defienden este apestoso estado de cosas porque llevan una vida “organizada” dentro de él. ¿Que mis palabras son feas? Feas son las de los jueces que dicen que toman decisiones importantes bajo presión, pero nunca revelan el nombre de quienes los presionan. Horrible es el caso de los senadores y diputados que no trabajan pero disfrutan de todos los privilegios que les ofrece el poder. ¿Existen declaraciones más desagradables que las ofrecidas por el máximo líder del progreso maravillano después que puso en libertad a una famosa corrupta, dizque por razones humanitarias? No lo creo. La lluvia de zapatazos que calló en el parque Enriquillo la semana pasada no constituye ningún irrespeto. Es el comienzo de una tormenta de transformaciones que nació en el corazón de la juventud comprometida con el presente y el futuro de esta media isla. Es la primera victoria de una lucha que apenas inicia. 14/02/09.

martes, 3 de febrero de 2009

En política


La tía Juanita se puso seria, apagó la hornilla de la estufa y se sentó en la silla de guano para darle el consejo. “Paquito, todos los políticos son unos delincuentes. Lo único que saben hacer es engañar al pueblo. No te acerques a esa raza de maleantes, por el amor de Dios, mi hijo”, le dijo. Pero el muchacho no le hizo caso. Al otro día se inscribió en el recién creado Partido del Progreso Maravillano (PPM), agrupación formada por superhombres capaces de bajar “una luna de Saturno para cada ciudadano de la República de las Maravillas: ¡La solución inmediata a los históricos problemas nacionales! Estaba fascinado. Tenía la esperanza de cambiar los colores de las casas de su barrio y llevar más actividad a la vieja estufa de la tía. Quería llegar al poder para acabar con las desigualdades sociales. Recolectando firmas y haciendo operativos comunitarios alcanzó en pocos meses la posición de Coordinador de la Juventud a nivel regional. Y el Secretario General de PPM en persona le entregó una distinción el día que lo nombraron Líder del Año.
Para la ocasión, pronunció un discurso que conmovió a sus compañeros y sembró inquietudes en los corazones de los que habían dejado de creer en el sistema de partido. “Tenemos la responsabilidad social de participar en la transformación de nuestra realidad. Debemos comprometernos. Recordemos las palabras del padre de la patria: la política es la más pura de todas las ciencias. Súmate, el futuro nos pertenece”, proclamó.
Se había convertido en un símbolo de honestidad y trabajo. Otras organizaciones temían a su retórica y a su capacidad de convocatoria. Su prestigio era tanto que cuando el PPM llegó al poder, el sobrino de Juanita fue nombrado Director General de Aduanas, el más joven de la historia. De inmediato, comenzó a trabajar en la reorganización de la institución. Canceló a los empleados que habían cometido irregularidades en la administración anterior y mejoró las condiciones de trabajo de los que se quedaron.
Paquito seriedad”, como le decían”, disfrutaba cumplir con su deber, hasta el día que la cara se le cayó de vergüenza. Los periódicos decían que sus compañeros de partido, los superhombres, habían utilizado el dinero del pueblo para construirse costosas villas. Los de la Cámara de Cuenta cobraron un sueldo de lujo sin haber trabajado.
Y el Presidente de la República puso en libertad a un grupo de ladrones que desfalcó al pueblo maravillano. La corrupción había permeado al PPM. Durante horas, por la mente de Paquito cruzó la idea de la unidad del partido, el consejo de Juanita y su integridad como ser humano. Terminó renunciando a su cargo y a la política. Mientras depositaba la carta de dimisión, las palabras de la tía le saltaban en la mente: “todos los políticos son unos delincuentes, mi hijo”.

Consejo para un muchacho


Esa cara de perro amarrao la deja pa’ mi velorio, mi hijo, que por ahí viene. El sábado está muy bonito para que vengas a dañarlo con tus refunfuños y tu aburrimiento. Se supone que los jóvenes se caracterizan por ser alegres, dinámicos y llenos de energía, pero tú, Paquito, últimamente andas más cascarrabias que yo, que soy un viejo to’ chueco. Te he dicho como quinientas veces que no debes amargarte la vida con los actos vergonzosos que comenten los dirigentes políticos de esta República de las Maravillas. Esos sinvergüenzas serán juzgados por el dedo implacable de la historia. Y el momento para el cambio que tanto desean tú y tus amigos llegará a su tiempo. Recuerda que los fundadores de este paisito eran muchachos y muchachas como ustedes. Con obritas de teatro y actividades culturales, los héroes nacionales se metieron al gobierno invasor en un bolsillo. Canalizaron las emociones y las fuerzas juveniles de las que gozaban a través de una estrategia bien elaborada que permitió que, una memorable noche de febrero, esta isla se dividiera en dos, para bien de nosotros. Bueno, sabes más que yo de ese tema, fuiste el que me contó la historia completa de Juan Pablo Duarte un día que volviste del liceo vuelto loco, entonando himnos y deseoso de cambiar la nación, y el continente, y el mundo, y todo el sistema solar. “Por desesperada que sea la causa de mi Patria, siempre será la causa del honor, y siempre estaré dispuesto a honrar su enseña con mi sangre”, declamaste cuando entraste por el patio con un bigote postizo en tu rostro, pintado con pasta de limpiar zapatos. ¡Ay!, casi me hago pipi de la risa con aquella imagen, aunque confieso que me contagiaste de la esperanza que te brotaba a cántaro por los ojos. Esa esperanza es la que no debes dejar morir. Los jóvenes no pueden permitirse el desaliento y el cansancio. Están llamados a propiciar los cambios sociales y políticos que la República de las Maravillas necesita y merece. ¿Qué oportunidades ni oportunidades? Tú crees que quines se enriquecen explotando al pueblo o los que aprovechan su estadía en el Estado para amasar fortuna dan oportunidades? No, mi hijo. No supliquen por espacios, fabríquenlos. Como ya el uso del trabuco pasó de moda, usen la palabra. Ármense con la honradez y los sueños que los charlatanes dejaron tirados en el olvido. Cuando comiencen a movilizarse, los acomodados intentarán silenciar sus pasos y amedrentarlos, pero una balsa de gente seria e indignada levantará su voz para acompañarlos. Hasta nosotros, los viejos que estamos “jartos” de ver cómo un grupo de traidores saquean y maltratan nuestra tierra, caminaremos a su lado. Levanta la mirada, Paquito, y llama a tus amigos. Este hermoso sábado está perfecto para comenzar a llenar a nuestra Patria de verdaderas maravillas.
Por Jhonatan Liriano.