En él Juan Pablo Duarte, ideólogo y líder del proyecto de Independencia Nacional, tenía, quizá, al más comprometido y audaz de todos los adeptos de la sociedad secreta La Trinitaria.
Cuando el movimiento comenzó a materializar sus planes, el 16 de julio de 1838, Sánchez se dedicaba al oficio de peinetero o vendedor de peines de concha. Pero sus inquietudes políticas, probablemente animadas en las clases de filosofía que lo pusieron en contacto con Duarte, lo colocaron en los caminos de la construcción social que nunca abandonó.
En su obra “Pensamiento y Acción de los Padres de la Patria”, el historiador Juan Daniel Balcácer cuenta que para 1843 Francisco del Rosario Sánchez se dedicaba a coordinar el movimiento revolucionario La Reforma, concebido por dirigentes haitianos con el fin de derrocar al dictador Jean Pierre Boyer. El nuevo presidente Charles Herard se dio cuenta de que los trinitarios estaban interesados en algo más que La Reforma. Y por eso dio inicio a una persecución que provocó el exilio de Duarte, Juan Isidro Pérez y Pedro Alejandrino Pina, cabecillas de La Trinitaria.
Sánchez, Matías Ramón Mella y Vicente Celestino Duarte quedaron entonces al frente de las acciones por la Independencia.
“Ellos mantuvieron contacto con Duarte, a quien le solicitaron que gestionara en Venezuela, donde se había radicado temporalmente alguna ayuda económica para la Revolución”, explica Balcácer en el texto referido.
El sobrino de María Trinidad Sánchez se encargó de hacer las gestiones políticas necesarias para que el sector conservador liderado por Tomás Bobadilla se integrara a la causa nacionalista. Algunos historiadores dicen que fue el mismo Sánchez quien redactó el Manifiesto publicado el 16 de enero de 1844, definido como el Acta de Independencia.
En sus apuntes, José María Serra recuerda que Matías Ramón Mella se encargó de disparar su trabuco frente a la Puerta de la Misericordia, con el fin de anunciar el inicio de la revuelta independentista, la noche del 27 de febrero de 1844. Y Francisco del Rosario Sánchez, el líder político de aquella noche, corrió hasta la Puerta del Conde, donde izó por vez primera el símbolo que hoy es sinónimo de su nombre: la bandera del pueblo dominicano.
Un largo camino
Si la declaración de la Independencia Nacional le costó alto sacrificio a Sánchez y a los demás trinitarios, la protección de la nueva República le costaría extensos derrames de sudor y sangre.
Si la declaración de la Independencia Nacional le costó alto sacrificio a Sánchez y a los demás trinitarios, la protección de la nueva República le costaría extensos derrames de sudor y sangre.
El 28 de febrero de 1844, los trinitarios, con Sánchez a la cabeza, y los conservadores, representados en la persona de Bobadilla, conformaron una Junta Gobernativa llena de contradicciones ideológicas, pues el bando conservador buscaba el resguardo de una potencia extranjera, mientras “los muchachos” no tenían más norte que la plena independencia predicada por Juan Pablo Duarte.
Cuando el Patricio regresó del exilio, indican los Apuntes de Rosa Duarte, la Junta en la que Sánchez y Mella eran directivos lo recibió con los mayores honores posibles. Y de inmediato se vio afectada por una guerra de intereses que provocó el destierro de los líderes trinitarios ñel 26 de agosto de 1844, y el surgimiento de Pedro Santana como jefe supremo de la República.
En lo adelante, el dirigente político y combatiente del 27 de febrero participó de los más importantes acontecimientos de la causa dominicana, a veces como estratega, a veces como abogado del sector público, y a veces como fiero combatiente.
Publicado en el Listín Diario, el 9 de marzo del 2011, por Jhonatan Liriano.
Publicado en el Listín Diario, el 9 de marzo del 2011, por Jhonatan Liriano.
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