Entraron a destiempo a la formalidad y, como buenos aprendices, aprehendieron las palabras de la descarada manipulación.
Para no enfrentarse con la conciencia y los impulsos naturales que llevan a la libertad y al cambio, se hicieron desmemoriados, despreciaron la reflexión y la crítica, y se inclinaron por las palabras desiertas y la sonrisa fingida. Esos muchachos van construyendo tragedias.
Son los que conforman la emergente generación de políticos del sistema de partidos de esta República de las Maravillas. Estudian con disciplina los caminos más prácticos que llevan al poder, sin detenerse un instante en las páginas de valores, ciencia o compromiso desinteresado con la vida.
Usted los conoce. Todos los días se mueven como roedores bajo la sombra de los “grandes líderes”, a quienes desean superar en el futuro.
En el pasado proceso electoral muchos se dejaron ver la cabeza. Andaban repartiendo dinero y mercancías baratas, comprando cédulas y mostrando las armas y los vehículos propios de vandalismo político, porque eso es lo que son: vándalos. Forman pequeñas estructuras de asalto, y marcan al presupuesto público como víctima principal.
No tienen respeto por el trabajo honrado y transparente. Si se les ve moviéndose como caballos en tiempos de campaña, es porque tienen la firme intención de pasar factura inmediata a los candidatos ganadores.
Esa funesta generación es la que pretende suceder a la clase política gobernante, con la diferencia de que ninguno de sus miembros se formó en agrupaciones populares o de izquierda. Todos son, directa o indirectamente, hijos del clientelismo.
Con el arresto de un grupo de jóvenes funcionarios de las aduanas de Santiago, acusados de mantener millonarios movimientos de contrabando, el país pudo apreciar pequeños matices de la conducta de los “líderes emergentes” que gravitan en los partidos tradicionales. Que nadie dude de sus intenciones individualistas. Los mueve el dinero y el poder, que en este país son la misma cosa.
Por el bien del futuro y la sanidad del presente, alguien tendrá que hacerle frente a esa juventud antinatural, funesta.
Por Jhonatan Liriano
1 comentario:
la guagua va en reversa! y al chofer no le importa, lo preocupante es que los pasajeros estan entretenidos con el bullicio de la epoca, la coprologica epoca!
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