lunes, 25 de abril de 2011

Sexta palabra: "Tengo sed"

“Tengo sed”, dijo el Cristo en los límites de su pasión. Conociendo la ignorancia y el ánimo de burla de sus verdugos, el Hijo de Dios debió saber que su necesidad de agua no sería satisfecha con bondad. Le dieron vinagre, ácido e incisivo vinagre para un cuerpo moribundo.

La innecesaria y abusiva respuesta de aquel soldado no hizo más que justificar la frase terminal que, desde la altura de la cruz, viendo a un pueblo apartado de Dios por la falta de amor, Jesús pronunció como reclamo y como enseñanza.

Tengo sed hoy dice de nuevo Cristo crucificado en la cima del Gólgota, para que nadie alegue ignorancia. Con su propio ejemplo nos recuerda que el mayor de nuestros padecimientos no puede impedir que nos pronunciemos contra lo incorrecto, contra lo que aparta a los hombres de los caminos del Señor.
No deben estar nuestros labios cerrados cuando en Estancia Nueva, Los Haitises, las orillas de El Cachón, El Borojol y otros sectores de San Isidro y el país nuestros hermanos no mueren, pero padecen cruel e injusta hambre. Y es injusta porque otros nos damos el lujo diario de alimentar zafacones y cerdos con comida que nos sobra.

Cómo ser cristiano si no proclamo  mi sed de respeto a los hombres y  mujeres que trabajan todos los días de la semana y no pueden disfrutar un solo momento de paz en sus hogares porque el ruido y la delincuencia los aturden, les llevan intranquilidad a la mente y al corazón.

A la Iglesia, aunque le respondan con el más ácido de los vinagres, le toca decir lo correcto antes que lo conveniente, pues se debe a Dios antes que al mundo. A nosotros nos toca decir que en San Isidro y en el país las autoridades que elegimos para representarnos y protegernos suelen ignorarnos y hasta oprominirnos; que no son herederos de nuestros padres los jóvenes militares y policías que participan y apoyan el narcotráfico, la corrupción y la delincuencia. Esta, hermanos, no es ni será tierra de ladrones y embusteros.
Hoy, recordando al maestro  que murió por no renunciar a sus predicas, nos vemos comprometidos con el anuncio de la Buena Nueva, pero también con la denuncia de aquellos que salen del seno de nuestro pueblo para enriquecerse con el sudor y el sacrificio de nuestro pueblo.
Jesús nos enseñó de manera extraordinaria que ningún servidor puede colocarse por encima del servido. Él mismo bajó a lavar los pies de sus discípulos con el fin de evitar que alguien intentara poner en duda la puntualidad de su mensaje, siempre asociado a hechos concretos.

Así, no deben llamarse cristianos los políticos y funcionarios que viven en una comodidad insultante, mientras los hombres y mujeres de trabajo tienen que sacrificar familia, salud y hasta tranquilidad espiritual para conseguir sobrevivir.

El Señor nos hizo la promesa del Paraíso y la Vida Eterna, y acudimos a él para alcanzarlos y superar las vicisitudes de este mundo pasajero.

Mientras esperamos el cumplimiento de su promesa, sin embargo, tenemos que andar por los caminos de sus enseñanzas.

Proclamemos pues nuestra sed de una comunidad, un  país y un mundo más justo. Y pidamos la fortaleza, la coherencia y el valor de Jesús para construirlos.

Jhonatan Liriano
Sermón de las Siete Palabras
Viernes Santo
Parroquia Nuestra Señora del Perpetuo Socorro.

jueves, 7 de abril de 2011

Periodismo y el mercado informativo

Por Jhonatan Liriano
A estas alturas de la existencia humana, la información es un derecho convertido en mercancía. Se paga como cualquier pedazo de pan, como cualquier par de zapatos, como cualquier caricia de burdel. 

Las universidades preparan profesionales especializados en manejar la información según los intereses de diferentes actores socioeconómicos.

Así el publicista aprende las más eficientes técnicas de persuasión para colocar los bienes y servicios de una empresa en la mente de un segmento del mercado. Si lo contrata un poder del Estado o un político ávido de electores, bien puede poner sus habilidades a la orden de la remuneración correspondiente, sin que la elaboración de sus contenidos se convierta en objeto de censura o juicios morales duraderos.

En el mercado también están los artesanos de la imagen institucional,  empresarial o corporativa, los encargados de las relaciones públicas. A estos se les forma para armonizar los objetivos mercadológicos de la unidad de producción o servicio con los del consumidor o usuario.  Aunque sus mecanismos de acción sean amplios y diversos, deben mantenerse en estos límites. Siempre defienden a quien paga, sin que esta posición se les traduzca en descalificaciones éticas o legales (las excepciones son mínimas).

El arte también convierte las informaciones de interés colectivo en mercancía, hechas cine, literatura, canciones…

Pero las altas casas de estudio, y la vida misma, todavía forjan una clase de trabajadores de la información, específicamente del hecho informativo, que está llamada a mantener un ejercicio contrario a la lógica de oferta y demanda. El periodista contratado por la empresa no se debe a ésta, ni al dueño de la publicidad que mantiene el medio, ni al Estado que regula las emisiones. Sus contenidos deben responder al interés general, al colectivo. Y de esta práctica contradictoria nunca puede salir ileso. Si decide cumplir cabalmente su función, tiene que describir los acontecimientos surgidos en estructuras socioeconómicas imperfectas, injustas, donde los grupos de poder no emplean otra respuesta que el uso de la fuerza en sus diferentes manifestaciones. Si traiciona la funcionalidad para convertirse en vocero del poder y no de la razón del colectivo, se ubica ipso facto ante el juicio moral de los compañeros que sí permanecen coherentes con el principio de independencia. 


La condena resulta inconmensurable y casi  eterna cuando el público descubre que el informe periodístico le llega contaminado de medias verdades o intentos de manipulación. La credibilidad es como la inocencia, una vez que se pierde, jamás se recupera.

En esta aguas turbulentas, en las que la información es una fuente de enriquecimiento personal, nada el periodista, con una vocación casi masoquista de ser los ojos de la mayoría, a cambio de vida digna.

lunes, 4 de abril de 2011

Juana, una maestra del campo

Sonriente va la profesora Juana por el camino de Las Lagunetas.

Salta piedras y levanta polvo en tiempos de seca, o bate fango y cruza las aguas elevadas de un riachuelo si los días son de lluvia.

Su cuerpo prominente hace que el motor “70” que usa para transportarse parezca un forzado juguete, cuando en realidad es el único medio que tiene para impartir dos tandas de clase en la escuela multigrado de esta rural y pobre comunidad de San José de Ocoa.

No necesita desmontarse del motor para que alguien salga a su encuentro. Niños y adultos la reconocen en la distancia, porque ven en su fi gura la fi gura de la escuela.

“Tenemos veinticuatro estudiantes, doce en la mañana y doce en la tarde. Solamente damos clase hasta el sexto grado. Cuando los muchachos llegan a ese nivel tienen que irse a la escuela de Arroyo Palma”, dice la profesora y directora de la escuela “Desiderio Andujar” con su voz suave y pausada.

El centro educativo sólo tiene un aula, donde niños y adolescentes de diferentes niveles reciben formación simultáneamente.

La distancia entre cada curso puede ser de uno o dos mosaicos del piso. Y los recursos materiales colindan entre el Texto Integrado del Ministerio de Educación y todo lo que la creatividad de la maestra pueda conseguir.

Las computadoras, radios, videos y demás herramientas tecnológicas recomendadas en los nuevos manuales sólo son instrucciones en papel.

Las condiciones materiales de las familias de Las Lagunetas apenas permiten la subsistencia. Por esta parte del planeta las palabras Internet, computadora, globalización y video conferencia resultan exóticas, aunque se sean empleadas con toda naturalidad entre los libros.

En la escuela tampoco hay espacio de recreación deportiva, ni cocina para preparar el desayuno escolar, cuyas raciones suelen ser menores que la cantidad de bocas infantiles.

Por falta de espacio, los alimentos se preparan en la ofi cina de la Dirección.

Acompañante Juana Franco Mateo está atenta a cada uno de sus alumnos. Conoce a sus padres y los mantiene al tanto de los avances y retrocesos experimentados.

Las limitaciones de recursos observadas en su escuela no borran su sonrisa. Hace ochos años comenzó a trabajar en esta comunidad. Y ya es una experta en superar los obstáculos del camino.

“Cuando llueve, salgo de mi casa con dos pares de zapatos: uno para correr el motor, y otro para entrar a la escuela”, cuenta la maestra Juana sin asumir postura, como si la peligrosa odisea fuera una broma. A su lado alguien dice que, a pesar de la lluvia o el polvo, la profe siempre mantiene la escuelita limpia, como un percal. La afi rmación se valida con un mirada de reconocimiento por el aula-escuela. Se ve limpia y ordenada, como un percal.

Por impartir docencia en a sus veinticuatro estudiantes, distribuidos en dos tandas, y por ser la directora del multigrado, Franco Mateo recibe un salario nominal de RD$22 mil, que con los descuentos de seguridad social, y el pago de un préstamo de vivienda quedan en unos RD$9,000.

La maestra dedica este ingreso a la manutención de su familia, y al consumo de combustible del motor que la lleva y la trae por el camino de Las Lagunetas.


Alimentos servidos en el aula

La profesora Juana Franco Mateo explica que el desayuno y la merienda de la escuela se preparan en el área de la Dirección.

Las madres de los niños colaboran en este proceso, y hacen énfasis en la necesidad de aumentar las raciones, porque no alcanzan para todos.

A continuación LISTÍN DIARIO presenta el inventario de los alimentos asignados a las dos tandas de docencia: 46 unidades de plátano, 34 huevos, 31 panes, 4 libras de queso, 4 libras de arroz, una libra de margarina, 4 libras de salami, 4 libras de harina de maíz, 0.25 libras de sal, 1 libra de cebolla y 0.25 libras de canela.

 Escrito por Jhonatan Liriano, y publicado en la sección Economía y Negocios del Listín Diario, el lunes 4 de abril del 2011.