lunes, 29 de junio de 2009

Manuel Zelaya, presidente constitucional de Honduras


Manuel Zelaya es el presidente legítimo de Honduras. Con el Golpe de Estado, la oligarquía hondureña mostró el tamaño de su mezquindad. No toleró que el gobierno de la República se inclinara hacia los pobres y enfrentara décadas de explotación y desigualdad en el país. NO AL GOLPE DE ESTADO MILITAR. AMERICA LATINA NO ES LA MISMA. Los caminos llevan a la confederación. El tiempo es para redescubrirnos y crecer. Arriba El Mel, el presidente socialista del pueblo de Honduras.

domingo, 21 de junio de 2009

En los oscuros caminos nos encontramos


A Hecmilio Galván y La Multitud
El mundo siempre ha sido así y nadie podrá cambiarlo. Nuestro deber cosiste en conocerlo para dominarlo, piensan ellos. A las casas del barrio les caería bien una manita de pintura, y la distancia que separa a los muchachos que rondan ociosos por aquella esquina de las jóvenes caucásicas de la universidad privada se rompería con dos o tres justas decisiones gubernamentales, cívicas o insurrectas, pensamos nosotros, previendo un fiesta de besos multicolores en todas las calles de la ciudad. Juran y requetejuran que la educación comprada con el productivo sudor de nuestros hermanos les permitirá perpetuar la desigualdad y el olvido en esta República de las Maravillas.
Nosotros nos alimentamos con hermosas mañanas, historias, ciencia, abrazos y canciones para conseguir la integridad con la que levantaremos las honestas banderas del cambio. Mientras ellos apuestan a nuestra división, diciendo que el resentimiento y las ideas anticuadas nos mantienen dispersos y desorientados, nosotros nos encontramos en los senderos de la solidaridad. Afilamos los cuchillos de nuestra voz y cargamos los fusiles de nuestro pensamiento con los proyectiles de la esperanza. Esta batalla por la permanencia del bosque y la extinción la delincuencia de Estado nos lleva a la convergencia, desde donde impondremos las pequeñas cosas que engrandecen a los pueblos.
Ellos dicen que somos irreverentes porque todavía no probamos las mieles de la corrupción estatal. Creen que todos los hombres y las mujeres son iguales, que la única diferencia la hace un rollo de billetes. ¡Los pobres! No conocen la alegría de la entrega desinteresada, ni han descubierto la divinidad de la justicia social. Son los peores enemigos de la fe que predican. Si no fuera porque sus contradicciones existenciales asesinan a nuestros hermanos y al paisaje que los acoge, molestando de paso nuestras ansias de armonía, los dejaríamos consumirse en sus penosas decisiones. Pero no nos temblará el pulso cuando llegue el momento de arrancarle el corazón a los oscuros caminos de su queridísima gobernabilidad. Para eso vivimos y nos encontramos, para la ruptura.
Nuestra marcha tomó fuerza en el Parque Nacional Los Haitises, recorrerá todos los caminos de esta media isla, hasta llegar a la cabeza del sistema, la cual cercenaremos convertidos en Multitud, hechos Revuelta, armados de Justicia y sedientos de productiva confrontación. No podrán detenernos porque conocemos nuestro pasado, no aceptamos nuestro presente y, hechos pueblo, nos apoderaremos del futuro.

viernes, 5 de junio de 2009

El valor de las algas


Te contaré un cuento, Paquito, para que lo cuentes a tus amigos de la escuela, tengan o no tengan tus mismas inquietudes. Una vez, un grupo de empresarios quiso instalar en el Municipio de las Maravillas una fábrica novedosísima y productivísima. “Chulísima”, decían algunos. Para ello mandaron a hacer costosos estudios sociológicos y geológicos, con los expertos más caros del mercado. El resultado: “Ésta es una comunidad de muertos de hambre. Nadie se opondrá al proyecto porque generará empleos y traerá desarrollo. Además, no pueden enfrentarse a lo que no conocen. ¡Los pobres!, son tan ignorantes que cambiarían oro por espejos”. Una vez analizada la situación, los inversionistas sobornaron a los funcionarios estatales para conseguir los terrenos, y se hicieron de unos cuantos medios de comunicación con el fin de promover “la obra del progreso”. “Levantaremos una industria de cepillos de peluquines para políticos calvos. Tontamente inofensiva. Les daremos empleo a cambio de una materia prima que ustedes tienen de sobra”, prometieron a la gente. “¿Cuál materia prima?”, respondió el pueblo, deseoso de comenzar la faena. “¿Adió, las algas que están en el fondo del Lago Maravillano?”. “Las algas del Lago... Trato hecho”, dijo la gente. Y la fábrica fue instalada. Inmediatamente el municipio comenzó a exportar cepillos para políticos calvos de todo el mundo. Los trabajadores no daban abasto a la demanda. La economía se dinamizó, porque los asalariados aumentaron su capacidad de consumo. Los ingresos fiscales se dispararon. El municipio de las Maravillas parecía encaminado por los senderos de las grandes ciudades, hasta que una mañana, después de misa, se presentó la tragedia. “Coman huevo frito porque se acabó el pescado”, voceó un pescador a los munícipes molestos. “Imposible. Este pueblo nunca se ha quedado sin pescado. Es nuestro principal alimento. Queremos pescado, coño”, pronunció un maestro de escuela. La rebelión estaba a punto de producirse pero el pescador se encaramó en una mesa y dijo: “Los pescados que ustedes comen, comen pescados más pequeños. Y esos pescaditos se alimentan de las algas ahora empleadas en peines de políticos calvos. Es decir, no hay pescado porque no hay algas”. “Ehh.. entonces véndanos patos”, lanzó un periodista. “El único pato de este pueblo es usted. Recuerde que esos pájaros comen pescado y si no hay pescado…”, contestó el pescador. “Bueno, bueno, nos conformaremos con víveres”, pronunció con voz queda el maestro. “Las cosechas se perdieron, porque entre las algas vivían bichos y los bichos eran el alimento de los renacuajos, que no consiguieron convertirse en ranas, animales que protegen a los víveres de las plagas de insectos. En pocas palabras, estamos jodidos por cambiar nuestras algas por empleo”, lamentó el pescador que no debes olvidar, querido Paquito. Sábado 06 de mayo.